Pues yo no sé cómo será en otras partes del mundo, porque de mi terruño no he salido; pero supongo que hay situaciones generalizadas que producen un mismo efecto, y dependen principalmente de la cultura de la mayoría; me refiero a la puntualidad (responsabilidad) que algunos tienen y otros, no tanto.
La puntualidad,
cualidad a resaltar de muchos, por si significado frente al respeto y dignificación
de los demás, pues ser puntual demuestra respeto hacia “el otro”, pero
aclaremos que ser puntual no significa llegar mucho tiempo antes, significa
llegar a la hora pactada, resalto esta última palabra, porque la imposición
de horas en una cita, pues no es muy respetuoso que se diga, el disponer del
tiempo de los demás sin mediación es bastante grosero; pero volviendo a lo que
me acosa, el ser puntual es algo de rescatar, y para mi es bien significativo y
diciente. Igualmente dentro de la
puntualidad cabe la posibilidad de cancelar la cita (por cualquier circunstancia)
eso sí con un tiempo prudencial, y sobre todo disculparse por los inconvenientes
a causar.
El individuo impuntual,
dirá: “es mejor que me esperen y no esperar”, frase simplemente, fenomenal. Demuestra
la individualista, egoísta e irrespetuoso de esa situación, pues esa frase trae
en el fondo, “mi tiempo es oro, el tuyo… nada”.
No quisiera
decir que los colombianos somos impuntuales (generalizando la impuntualidad),
pues no es del todo verdad, ya que
conozco a varias personas muy respetuosas que llegan a tiempo a todas las
actividades, o como yo, que hacemos lo posible por ser puntuales, aclaro que
hay situaciones que en ocasiones impiden lograr esta meta, pero si debo decir
que muchos colombianos tienen por habito el llegar tarde a todo (acá supongo
que no es cosa solo de colombianos y que en muchos lugares del mundo ocurre
algo similar), algunos 15 o 20 minutos tarde, otros 26 horas, como el grupo de
trabajo que hizo la limpieza de andenes en el conjunto donde vivo (… sin más comentarios
al respecto).
Sin importar si
soy líder, jefe, gerente, directivo, sin importar si se ostenta algún cargo o
si se es un “simple” peatón, sin importar si se va a un trabajo, a una reunión,
a tomar un café, o rumbo a un velorio, si se concilió una hora, debemos
ser respetuosos de ese pacto y sobre todo ser respetuosos del tiempo de los demás
y demostrarle a los otros que son tan o más importantes que nosotros mismos, y
por ende respetamos su tiempo.